Hace algo más de 44 años nació mi primer hijo, solo unos meses antes había comenzado a gestarse el sueño que tuve desde que me recibí de ingeniero químico: fundar mi propia empresa junto con Darío, compañero de facultad y, hasta hoy, socio en esta aventura. Con el correr de los años se fueron sumando otros hijos y otros socios, nuestras esposas, compañeras de siempre.

Una aventura argentina

El haber utilizado la palabra «aventura»»» para este proyecto, si bien surgió casi sin pensarlo, no fue una casualidad. Cualquiera que haya vivido en nuestra querida Argentina durante los últimos 45 años seguro entiende claramente lo que significó hacer crecer a una PYME durante este tiempo.

Este proyecto se llamó Idenor Ingeniería. Lo comenzamos solo Darío y yo, en una vieja casona de Devoto prestada por su padre. Al poco tiempo contratamos una asistente y, no mucho después, un vendedor y dos operarios que nos ayudaban.

Los primeros pasos

Con una cuenta bancaria en un banco que ya no existe, nada de crédito bancario, fuimos haciendo crecer lentamente aquel sueño. En los primeros años, contamos con la ayuda inestimable de Lili, mi querida esposa por ya casi 50 años: no puedo evitar sonreírme cuando recuerdo todos los fines de mes en que iba a INTI, donde ella trabajaba como ingeniera química, a buscar parte de su sueldo para ayudarnos a sufragar los gastos de Idenor.

Durante los primeros años, Idenor fue creciendo rápidamente casi sin que nos diéramos cuenta. Primero fue fabricando pequeñas plantas de ósmosis inversa, una tecnología nueva en la Argentina de aquella época, para los centros de hemodiálisis que comenzaban a aparecer por todo el país. Fue también en este nicho que comenzamos a realizar nuestras primeras exportaciones a varios países latinoamericanos.

La expansión hacia la industria farmacéutica

Ya a mediados de la década del 80 comenzamos a incursionar en la fabricación e instalación de plantas de tratamiento de aguas para la industria farmacéutica. Con el correr de los años, Idenor se convirtió en el principal referente del tratamiento de aguas para la fabricación de medicamentos. Primero en el país y, a partir de 2001, en muchos otros países de Latinoamérica. Con exportaciones a Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay, Idenor continuó creciendo sin detenerse.

El presente: mirando hacia atrás con orgullo

Lejos quedaron aquellos inicios donde entre unos pocos tratábamos de sobrevivir y crecer día a día. Hoy, finalmente, Darío y yo nos podemos sentar con algo más de tranquilidad y ponernos a mirar hacia atrás para entender en qué se convirtió aquel sueño-aventura iniciado en junio de 1980. Y lo que vemos nos enorgullece. Nuestros hijos participan activamente en el manejo de una empresa mucho más profesional, con cerca de 60 empleados y un alto porcentaje de profesionales de diversas ramas, fundamentalmente ingenieros.

Un hito que marcó este crecimiento fue la obtención de la certificación ISO 9001 hace varios años. El primer certificado está enmarcado en nuestra sala de reuniones, y cada vez que lo miro, me transporta a esos días en la casona de Devoto. Es un símbolo de cómo una empresa pequeña, pero con visión, puede profesionalizarse y competir en un mercado exigente.

Al celebrar estos 45 años, no solo miro hacia atrás con gratitud, sino también hacia adelante con optimismo. Creo firmemente que Idenor seguirá creciendo e innovando, manteniendo el compromiso con la excelencia que nos trajo hasta aquí.

A ustedes —clientes, colaboradores, empleados— quiero agradecerles de corazón por haber sido parte de esta aventura que comenzó en junio de 1980 y que, estoy seguro, tiene aún mucho más por ofrecer.